Los brotes pueden adoptar diferentes formas. Cada una dependerá del grado de retención de sebo, del tipo de lesiones… Entonces, ¿es “acné retencional” o “acné inflamatorio”? ¿Cómo se pueden distinguir? Responder a estas preguntas es el primer paso para aplicar el tratamiento más adecuado.
Tipos de brotes: cómo reconocerlos para un mejor tratamiento
Para deshacerte de los brotes, y antes de elegir el producto (que no tiene por qué estar adaptado), debes conocer tu tipo de brotes. ¿Quién es la mejor persona para contactar y conversarlo? Tu dermatólogo. Su opinión es crucial. En función del tipo de brote, pero también de tu edad o del grado de evolución, podrán darte una respuesta personalizada y una terapia adecuada.
Acné retencional
Piel grasa y brillante, poros dilatados, presencia de puntos negros o microquistes… Los brotes retencionales son el resultado de la hiperproducción y acumulación de sebo, pero también de la incapacidad de la piel para disiparlos. Esta es la etapa inicial de cualquier forma de brote. Dado que afectan al rostro (frente, nariz y mejillas, barbilla), a menudo es difícil vivir con ellos, porque hacen que la piel tenga un aspecto apagado y antiestético. Afortunadamente, hay tratamientos disponibles para restaurar la luminosidad de tu piel.
Granos rojos, más o menos dolorosos (pápulas), que desaparecen en pocos días o, por el contrario, evolucionan y se convierten en pústulas… Estos son brotes inflamatorios. Se desencadena por un desequilibrio de la flora cutánea, que favorece el desarrollo excesivo de una bacteria presente de forma natural en el sebo: Cutibacterium Acnes. Una vez más, esta forma de brotes puede ser difícil de tratar. Si adaptas la higiene diaria y cumples estrictamente con el tratamiento prescrito por tu dermatólogo, es más probable que tu terapia funcione.
A menudo, en la adolescencia, los brotes son tanto retencionales como inflamatorios. Estas son las formas más comunes durante la pubertad. Estos brotes se denominan “polimorfos” o “polimorfos juveniles”, ya que se caracterizan por la presencia de comedones, pero también de lesiones inflamatorias. Afectan principalmente a la cara, el pecho y la espalda. Pueden afectar la confianza en uno mismo en un momento importante de la vida. Por lo tanto, es necesario realizar un seguimiento dermatológico periódico, para una comprensión y cumplimiento adecuados de los tratamientos.
El principal riesgo de los brotes es que queden marcas y cicatrices, sobre todo, si afectan a la cara. ¿Qué puede causar estas cicatrices? Reventar los granos y puntos negros. Aunque sea tentador, no abuses de tu piel frente al espejo.
Sí puede. La exposición al sol puede provocar ocasionalmente una mejora en el estado de tu piel. Los rayos UV desempeñan un papel antihinchazón, la piel se engrosa… Pero en otoño, la piel recupera su grosor inicial y los brotes vuelven a aparecer. El resultado es un resurgimiento de las lesiones retencionales.
Esto es cierto, principalmente a las mujeres. Los factores de riesgo son los mismos que en los adolescentes, donde las variaciones hormonales son la principal causa. Sin embargo, el aspecto clínico es diferente. Los brotes en adultos suelen afectar la mitad inferior del rostro (mandíbula y barbilla) y se caracterizan por lesiones inflamatorias.
De nuevo, esto es cierto. El error sería pensar que por exfoliar regularmente la piel, desaparecerán el brillo y las irregularidades. Una exfoliación excesiva puede aumentar la hinchazón de la epidermis, que reaccionará mediante la segregación de más sebo.
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